jueves, 25 de agosto de 2016

La Sal de la Tierra


  Lo dijo el Nazareno en el sermón de la montaña: “vosotros sois la sal de la tierra”, bueno pues antes de eso, mucho antes, en Poza de la Sal, en la comarca burgalesa de la Bureba (Burgos-Spain) la sal ya estaba en la tierra. Y estaba debido a que allí aflora uno de los diapiros salinos más grande y perfectos de Europa (más de dos kilómetros de superficie),  fenómeno geológico que provocó un importante yacimiento salino en el subsuelo, y que se formó durante los períodos geológicos de la Era Secundaria o Mesozoica.
 
El Salero de Poza de la Sal (Burgos-Spain)
Se cree que este Salero de Poza ya fue explotado desde la edad del Hierro pues por allí se conservan los restos de un antiguo castro conocido como El Castellar, y posteriormente por los romanos. Y es que la sal ha tenido siempre una importancia capital en toda cultura, ya que se utilizaba como conservante alimentario, pero, hasta la explotación minera de los yacimientos subterráneos, su producción estaba limitada a las salinas costeras y a los manantiales de interior, por lo que su posesión era muy codiciada. A tal punto llegaba su importancia que se utilizaba como forma de pago ya desde época romana, siendo este el origen del término salario.
 
Plaza Mayor de Poza de la Sal
Durante el reinado de Fernán González (s. X), el Salero de Poza estuvo en la base de la incipiente economía castellana. Esta importancia de la sal a lo largo de la historia, explica el interés de reyes y nobles por ejercer su dominio sobre las salinas. De hecho, en Castilla el dominio y la explotación de la sal fue casi siempre un derecho exclusivo de la Corona, una regalía, aunque fueran los mismos reyes los que concedieran frecuentemente derechos de explotación a particulares o a entidades eclesiásticas. La Corona de Castilla siempre mantuvo el monopolio de la venta de sal, cosa que se acentuó desde el reinado de Felipe II (1564)  y que perduró hasta la caída de la dinastía borbónica en 1868.
  La cuenca salinera de Poza de la Sal estaba dividida en valles, zonas independientes de producción, y granjas, propiedades que integraban los distintos tipos de instalaciones destinadas a la producción de sal. Pero las construcciones más llamativas asociadas al Salero de Poza son las propias salinas o plataformas de cristalización, chozas y chozones, pozos de almacenamiento de la muera (agua con sal), cañas, urnios, galerías y albañales, singulares canales de desagüe con un doble uso.
 
Granjería, eras y tornos en las salinas de Poza
Su explotación no era una labor fácil, pues para poder llegar a los filones de sal gema se excavaban pozos (cañas), que tenían un metro de sección y hasta cuarenta metros de profundidad, comunicándose entre sí mediante galerías subterráneas. Por el más elevado de ellos se introducía agua dulce procedente de los urnios, estanques situados en la parte superior del banco salinero. La finalidad era disolver la sal, convirtiéndola en salmuera, esto es, agua saturada de cloruro sódico. Esta muera se extraía de las cañas con torno o a mano, en unos odres de piel de cabra y se depositaba en las granjerías, que eran estanques impermeabilizados en donde la salmuera permanecía hasta junio. En verano se distribuía sobre las eras, depósitos o plataformas de escasa profundidad para facilitar la evaporación del agua, y de los cuales llegó haber más de un millar. La sal precipitada y ya cristalizada en el fondo se empujaba a las chozas existentes en su parte inferior, donde se guardaba hasta que era transportada a los almacenes.
 
Recogiendo la sal
La labor del salinero se completaba con la del arriero, que era la persona encargada de comercializar la sal. Había dos clases de arrieros, los que transportaban la sal desde el Salero a los alfolíes o almacenes de sal, y los que trajinaban con sal o sin ella hasta los puertos del Cantábrico y Madrid.
Amontonando la sal precipitada
Pero a parte de estos elementos propios de la producción salinera, en Poza de la Sal se conservan - por desgracia - en muy mal estado tres de sus alfolíes o Almacenes Reales, conocidos como el Depósito, Trascastro y La Magdalena. Durante el reinado de Carlos IV  (s. XVIII) también se edificó la Casa de Administración de las Reales Salinas, que hoy ha sido rehabilitada y ejerce como Centro de Interpretación de las Salinas Reales de Poza de la Sal. 
  La utilización de otras formas de conservación de los alimentos y en especial la utilización del frío para ello, hizo que la importancia de la sal entrara en decadencia, por lo que en 1974 se cerró al ultima era que seguía funcionando en el Salero de Poza. En el año 2001 las salinas fueron declaradas "Bien de Interés Cultural" y se inició su recuperación como recurso turístico.
En el año 2003 se abrió un centro de interpretación sobre la sal en la antigua Casa del Administrador de las Salinas Reales, y se recuperaron algunas eras y depósitos de salmuera para su divulgación cultural.
En la actualidad las salinas de Poza han perdido su función milenaria, pero constituyen un testimonio único de una de las actividades económicas más tradicionales, complejas y perdurables en el tiempo. 





Manantiales y acueducto de las Salinas de Poza de la Sal

lunes, 1 de agosto de 2016

La Yenka

Verbena popular
 Muchos ni os acordareis de ella, y a otros ni os sonará para nada. Pues que sepáis que La Yenka fue la canción del verano allá por el año 65 del siglo pasado, cuando este país descubría que se podía vivir del turismo y del cuento. Su letra, de lo más pegadiza y repetitiva, animaba a bailar al personal mientras se tarareaba su estribillo que decía: "izquierda izquierda, derecha derecha, adelante detrás, un dos tres..." .
  Poco imaginaban sus creadores, los hermanos holandeses Johnny y Charley Kurt, que aquella canción iba a marcar los ritmos políticos de este país durante más de cincuenta años, pues a su compas hemos ido mal medrando, saltando de la izquierda a la derecha y de la derecha a la izquierda, una veces yendo “pa alante” (las menos) y muchas más "pa atras".
  Hispania, que desde los visigodos ha tenido los peores estadistas (hombres de estado) que el mundo haya conocido, ya fuesen estos reyes, condes, validos, obispos, militares, caciques o políticos, ha visto como en estos últimos cincuenta años las fuerzas de izquierdas se derechizaban (se hacían socialdemócratas, decían ellos), las de derechas se centraban, también decían ellos, y los más radicales, los extremistas, se hacían populistas o independentistas, según se les tocase el bolsillo o las nalgas.

  Y los demás, ¿que hemos hecho los demás desde los tiempos de La Yenka? pues movernos y bailar al son que nos tocaban, que siempre era el mismo:  "derecha derecha, izquierda izquierda, pa alante pa tras, un dos tres...", bueno pues como ya estamos en el tres, puede que ya sea hora de cambiar el ritmo, la música, el paso y hasta la letra.