domingo, 10 de diciembre de 2006

HACER FUEGO

No se me pongan trágicos, esta no es una foto de impacto. El joven que vuela sobre las llamas no pretende autoinmolarse a lo bonzo, ni mucho menos. Tampoco es una barbacoa gigante que aspire a un premio Guinnes, la Hoguera de las Vanidades de Savonarola, o Galicia en llamas, no. Es una hoguera ritual de la Noche de San Juan. Toda una tradición arcana con la que en muchas culturas se recibe y celebra la llegada del verano, esa estación del año donde todo o casi todo fructifica o madura, hasta casi chamuscarse... y sin casi.
Los humanos somos los únicos seres sobre la faz de este planeta, que por ahora hemos sido capaces de hacer fuego, y más o menos domesticarlo. Sin ese conocimiento, posiblemente, no hubiésemos sobrevivido como especie, y ni mucho menos hubiésemos llegado hasta donde hemos llegado, aunque no tengamos muy claro a donde vamos.
Pero no seamos ingenuos, ¿quienes de nosotros sabríamos hoy hacer un fuego si no nos lo dieran ya casi hecho?. Nuestros fuegos son prefabricados, nada que ver con aquello de frotar dos palos o sacar chispas con el eslabón. Y es que no es lo mismo «hacer» fuego, que prender fuego, como tampoco es lo mismo ver el fuego, que saltarlo.