Dice el DRAE (Diccionario de la Real
Academia Española) que una “sentencia”, en su sentido más familiar, es «un dicho
grave y sucinto que encierra doctrina o moralidad». El rico acervo
popular español conserva entre sus dichos, refranes, proverbios y sentencias,
un buen numero de ellos que hacen referencia a lugares y sitios que en cierto
modo son famosos o conocidos por haber sido previamente “sentenciados”, es
decir, mentados en algunos de estos dichos, lo que les ha hecho tan populares
como el propio dicho en sí, y que nosotros aquí vamos a utilizar como disculpa
para irles a visitar.
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El tonto de Coria
La expresión correcta sería decir “el bobo
de Coria”, pues fue esta población cacereña la que prestó el apodo a un Hurdano
que era discapacitado mental y físico, (un “cretino”, como se le denominaba en
aquellos tiempos), pero tan simpático y atinado que pasó a formar parte como
bufón del séquito del Duque de Alba, que por su título de Marqués de Coria era
señor de aquella población extremeña.
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Coria (Caceres) |
Según parece, su nombre autentico era Juan
Calabazas o Juan Calabacillas y adquirió tal fama en su “oficio” que entró a
formar parte de la Casa Real del rey Felipe IV, por lo que fue retratado (dos
veces) por el pintor Velázquez, cuyos cuadros se pueden ver, uno en el Museo
del Prado de Madrid y el otro en la colección Sir Francis Cook de Edimburgo
(Inglaterra).


Y ahí queríamos llegar, pues esta
acogedora y laboriosa villa extremeña de Coria acoge entre sus muros, pues
estuvo fortificada desde época romana, un importante patrimonio artístico digno
de visitarse. Está catalogada como Bien de Interés Cultural y dentro de ella
destaca su iglesia catedral gótico plateresca de Santa María, el castillo y el
palacio de los Duques de Alba, la cárcel real y la cárcel eclesiástica, la alhóndiga,
etc.
Ese enorme filósofo que es el 'Bobo de Coria'
nada dice ni comprende nada: pero
justamente
por eso de no comprender nada, se
ríe de todo".
(Miguel
de Unamuno)
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El tonto del bote
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Calle Carretas (Madrid) |
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Entre Pinto y Valdemoro
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La lonja (Valencia) |
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"pobre diablo"
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El Diablo de Timanfaya |
Cuentan que en 1730, cuando
ocurrió una de las dos últimas erupciones volcánicas conocidas de la isla de Lanzarote,
en el pueblo de Timanfaya se estaba celebrando una boda. De pronto la tierra
tembló y tras una gran explosión comenzaron a caer nubes de cenizas y grandes
rocas del cielo, abatiendo casas, enterrando campos de cultivo y destruyendo
todo lo que había alrededor.
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Volcán en Timanfaya |
Una de estas rocas cayó sobre la
pareja de recién casados, aplastando a la novia, que quedó totalmente
enterrada. Fue tal la furia del novio por salvar a su esposa, que tomando una
horca de cinco puntas hizo palanca sobre la misma, hasta que sin saber cómo
consiguió levantar la humeante peña bajo la cual encontró - ya sin vida - el
cuerpo de su mujer.
Desesperado la tomó en brazos y
sin soltar la horca comenzó a correr hasta lo alto de una colina, donde con
rabia gritó maldiciendo aquél infierno, tras de lo cual desapareció sumido por
las cenizas y la lava del volcán.
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Parque de las Montañas del Fuego de Timanfaya (Lanzarote - Canarias / España) |
Años después, cuando volvieron
los habitantes al lugar, parece ser que encontraron el cuerpo del joven esposo
petrificado entre las escorias, el cual mantenía agarrada con fuerza la horca
que utilizó para intentar salvar a su esposa, por lo que los vecinos exclamaron
¡pobre diablo!, convirtiéndose desde entonces en el emblema del actual parque
de Timanfaya o de las Montañas del Fuego de Lanzarote.
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“El Coño de la Bernarda”
Al parecer, una mujer de
origen morisco conocida por el nombre Bernarda, y de la que se decía que era
hija natural del rey musulmán Aben Humeya, que había nacido a mediados del s.
XVI en Artefa población desaparecida de Las Alpujarras granadinas, ejercía de santera
y curandera en la pequeña ermita del Cristo del Zapato de Pinos del Valle
(Granada).
Cuenta la tradición que
una noche en la que la santera se acostó apesadumbrada por no haberse casado y
tenido hijos, a pesar de haber dedicado su vida a los demás, pues pensaba que “No era buena la mujer de cuyo higo non
salen fillos”, se la apareció San Isidro Labrador “que metiéndole la mano en la raja, gustóse tanto” que la curandera
creyó aquello de “tener mano de santo”
y la mujer a punto casi de morir estuvo por el arrobamiento experimentado.
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Ermita del Cristo del Zapato (Pinos del Valle-Granada) |
Llego el hecho a oídos
del tonto del pueblo, y para escarnio de la santera comenzó a cantar a voz en
grito “que non se creyeran lo de la
sancta Bernanrda, que ninguna muller es sancta por donde mea, y así en el
infierno arda”. Indignada Bernarda con estas palabras mandóle traer a su
presencia y allí, en la intimidad de la ermita díjole: “Mete tu mano en el coño bendito, a ver si miento, en lo que siento, y
sea tu escarmiento”. Hízolo así el tonto, y cuando saco la mano dejó de ser
tonto y se convirtió en el más célebre predicador del “figo benedito” de su
paisana alpujarreña.
De pronto las bendiciones
y los milagros se sucedieron por La Alpujarra granadina, contando las crónicas que: “todos los homnes, e mulleres, de los
derredores, allegábanse a casa la Bernarda, a tocar su coño benedito, y por
doquiera la abundançia manaba: las mulleres daban fillos sietemesinos fuertes
como cabritillos, las guarras parían cochinillos a porrillo, las cosechas se
multiplicaban y hasta las gallinas empollaban ovos de sete yemas…”
Murió la Bernarda y de
pronto en Las Alpujarras ocurrieron toda clase de desgracias: terremotos,
abortos en el ganado y las mujeres, cosechas baldías, todo parecía perderse y
la vida se malograba...
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La Alpujarra (Granadina) |
Sin embargo – sigue
contando la leyenda - que un buen día que: “Una
muller del pueblo, ploraba lagrimas de seus ollos al sepolcro della, vióse
sorprendida por unas luminarias que ascendían del sepolcro”, asustada y enloquecida
corrió a presencia del señor cura párroco, que ordenó desenterraran el “corpo morto de la Bernarda”, hallando
todos los presentes, con el Notario de Artefa al frente, que la Bernarda polvo
era, salvo su “figo incorrupto, rojo y
húmedo qual breva”.
El párroco ordenó el
traslado del despojo santo a la parroquia, donde enseguida lo colocaron en un
relicario, llamadolo desde entonces el “Coño de la Bernarda” y que no hubo
nadie que al contacto del relicario no recuperara la abundancia en cualquier
empresa que emprendiera.
Posteriormente la
reliquia fue prohibida por la Iglesia, y según parece emparedada en la mencionada
ermita, aunque de todo ello dejo un escrito el Licenciado Higinio Torregrosa,
Cura Propio de la Ecclesia del Sancto Christo del Zapato. ”Relación de las cosas verdaderas que acotescieron en Las Alpuxarras en
lo que se refiere á una piadosa muller llamada la Bernarda, y al coño della,
que fizo grandes milagros para la gloria eterna de Dios nuestro Senyor y de la
Sancta Madre Ecclesia”
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Según parece, la famosa
expresión “irse por los cerros de Úbeda”, tiene un origen histórico bastante
curioso, pues cuenta la leyenda que durante la expulsión de los almohades de
esa ciudad andaluza en 1233, uno de los capitanes del rey Fernando III el santo, llamado Álvar Fañez el Mozo, desapareció justo antes de
empezar la batalla, regresando cuando ya estaba conquistada la ciudad y ya no
corría peligro alguno.
Al preguntarle el Rey por
su paradero, el capitán dijo haberse perdido por los cerros de Úbeda. La frase
causó burlas entre los cortesanos, ya que los cerros de Úbeda no tienen altitud
ni entidad suficiente como para que nadie se extravíe o no encuentre el camino
de la batalla.
Y es que según sigue
contando la leyenda, el Mozo Álvar
Fáñez estaba enamorado de una mora de la zona y faltó al ataque por estar
citado a la misma hora con su enamorada, por lo que no le quedó otro remedio
que utilizar esa peregrina excusa cuando le pidieron explicaciones por su
tardanza.
“Irse por los cerros de
Úbeda”
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Hoy en día, esta
expresión se utiliza cuando alguien interviene hablando de tema diferente al
tema del que se está debatiendo, o cuando se buscan excusas o se dan rodeos,
para no abordar el tema objeto de la conversación.
Pero bueno, aunque no
tengáis amores allí, yo os recomiendo que cuando podáis os “perdáis” por los
cerros de Úbeda, pues esta ciudad jienense esta declarada Patrimonio Cultural
de la Humanidad por la Unesco desde el año 2003, y es una de las más bellas de
Andalucía.
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