LUGARES SENTENCIADOS


   Dice el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) que una “sentencia”, en su sentido más familiar, es «un dicho grave y sucinto que encierra doctrina o moralidad». El rico acervo popular español conserva entre sus dichos, refranes, proverbios y sentencias, un buen numero de ellos que hacen referencia a lugares y sitios que en cierto modo son famosos o conocidos por haber sido previamente “sentenciados”, es decir, mentados en algunos de estos dichos, lo que les ha hecho tan populares como el propio dicho en sí, y que nosotros aquí vamos a utilizar como disculpa para irles a visitar.

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El tonto de Coria

   La expresión correcta sería decir “el bobo de Coria”, pues fue esta población cacereña la que prestó el apodo a un Hurdano que era discapacitado mental y físico, (un “cretino”, como se le denominaba en aquellos tiempos), pero tan simpático y atinado que pasó a formar parte como bufón del séquito del Duque de Alba, que por su título de Marqués de Coria era señor de aquella población extremeña.

Coria (Caceres)
   Según parece, su nombre autentico era Juan Calabazas o Juan Calabacillas y adquirió tal fama en su “oficio” que entró a formar parte de la Casa Real del rey Felipe IV, por lo que fue retratado (dos veces) por el pintor Velázquez, cuyos cuadros se pueden ver, uno en el Museo del Prado de Madrid y el otro en la colección Sir Francis Cook de Edimburgo (Inglaterra).
   Aunque en la corte era tratado  como don Juan Calabazas, en honor al rango que se le había conferido sobre los demás bufones y otra servidumbre del palacio real, el cruel populacho siempre lo llamo el “Bobo de Coria”, llegándole a inmortalizar en una estatua de granito que colocada sobre una pilastra de la balaustrada en la puerta de poniente de la catedral de Coria todavía puede verse y a la que se conoce como “El bobo”.
   Y ahí queríamos llegar, pues esta acogedora y laboriosa villa extremeña de Coria acoge entre sus muros, pues estuvo fortificada desde época romana, un importante patrimonio artístico digno de visitarse. Está catalogada como Bien de Interés Cultural y dentro de ella destaca su iglesia catedral gótico plateresca de Santa María, el castillo y el palacio de los Duques de Alba, la cárcel real y la cárcel eclesiástica, la alhóndiga, etc.

Ese enorme filósofo que es el 'Bobo de Coria'

nada dice ni comprende nada: pero justamente

por eso de no comprender nada, se ríe de todo".

(Miguel de Unamuno)



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El tonto del bote





Calle Carretas (Madrid)
   A mediados del siglo XX, se hizo popular en Madrid (España) un mendigo que tenía una forma peculiar de pedir limosna. De él habla Dionisio Chaulié en el libro Cosas de Madrid cuando se refiere a los pedigüeños de su época: "En Madrid los había tradicionales. Entre otros, un desgraciado imbécil a quien se le conocía con el nombre de Tonto del bote, porque recogía la limosna en un bote de suela que agitaba en la mano, sentado en una silla a la puerta de San Antonio del Prado. Aún me parece verle en sus últimos años, inmóvil, con su sombrero de alas anchas, su ropón o túnica parda, limpio, y lanzando a intervalos una especie de sonido gutural para llamar la atención de los transeúntes."
   Se cuenta que en cierta corrida de toros, uno de los astados saltó la barrera y enfiló la Carrera de San Jerónimo. Al meterse en una de las calles transversales, el animal se topó de frente con el mendigo. Éste, desconociendo el peligro, permaneció inmóvil. El toro le olfateó despacio, dio un bufido y siguió su camino. Desde entonces, se recuerda la inmensa suerte que tuvo el Tonto del bote. 




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Entre Pinto y Valdemoro



La lonja (Valencia)
   Hace siglos en Madrid se bebía vino de las localidades de Pinto y Valdemoro. La expresión significa estar indeciso (al elegir entre los dos vinos) o borracho (elegir los dos). No obstante, algunos expertos opinan que éste no es el origen de la expresión. Según éstos, Valdemoro es una villa de origen árabe y corte musulmana que en el año 1083 fue conquistada por Alfonso VI. Pinto también fue edificada probablemente por los árabes, aunque pronto cayó tomada por los cristianos. Posiblemente, de esta convivencia entre musulmanes y cristianos, cuya única frontera entre ambas poblaciones era el riachuelo, procede el dicho proverbial estar entre Pinto y Valdemoro.



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 "pobre diablo" 

El Diablo de Timanfaya
  Cuentan que en 1730, cuando ocurrió una de las dos últimas erupciones volcánicas conocidas de la isla de Lanzarote, en el pueblo de Timanfaya se estaba celebrando una boda. De pronto la tierra tembló y tras una gran explosión comenzaron a caer nubes de cenizas y grandes rocas del cielo, abatiendo casas, enterrando campos de cultivo y destruyendo todo lo que había alrededor.
Volcán en Timanfaya
  Una de estas rocas cayó sobre la pareja de recién casados, aplastando a la novia, que quedó totalmente enterrada. Fue tal la furia del novio por salvar a su esposa, que tomando una horca de cinco puntas hizo palanca sobre la misma, hasta que sin saber cómo consiguió levantar la humeante peña bajo la cual encontró - ya sin vida - el cuerpo de su mujer.
   Desesperado la tomó en brazos y sin soltar la horca comenzó a correr hasta lo alto de una colina, donde con rabia gritó maldiciendo aquél infierno, tras de lo cual desapareció sumido por las cenizas y la lava del volcán.
Parque de las Montañas del Fuego de Timanfaya
(Lanzarote - Canarias / España)
   Años después, cuando volvieron los habitantes al lugar, parece ser que encontraron el cuerpo del joven esposo petrificado entre las escorias, el cual mantenía agarrada con fuerza la horca que utilizó para intentar salvar a su esposa, por lo que los vecinos exclamaron ¡pobre diablo!, convirtiéndose desde entonces en el emblema del actual parque de Timanfaya o de las Montañas del Fuego de Lanzarote.



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“El Coño de la Bernarda”


  Al parecer, una mujer de origen morisco conocida por el nombre Bernarda, y de la que se decía que era hija natural del rey musulmán Aben Humeya, que había nacido a mediados del s. XVI en Artefa población desaparecida de Las Alpujarras granadinas, ejercía de santera y curandera en la pequeña ermita del Cristo del Zapato de Pinos del Valle (Granada).

  Cuenta la tradición que una noche en la que la santera se acostó apesadumbrada por no haberse casado y tenido hijos, a pesar de haber dedicado su vida a los demás, pues pensaba que “No era buena la mujer de cuyo higo non salen fillos”, se la apareció San Isidro Labrador “que metiéndole la mano en la raja, gustóse tanto” que la curandera creyó aquello de “tener mano de santo” y la mujer a punto casi de morir estuvo por el arrobamiento experimentado.
Ermita del Cristo del Zapato (Pinos del Valle-Granada)

Llego el hecho a oídos del tonto del pueblo, y para escarnio de la santera comenzó a cantar a voz en grito “que non se creyeran lo de la sancta Bernanrda, que ninguna muller es sancta por donde mea, y así en el infierno arda”. Indignada Bernarda con estas palabras mandóle traer a su presencia y allí, en la intimidad de la ermita díjole: “Mete tu mano en el coño bendito, a ver si miento, en lo que siento, y sea tu escarmiento”. Hízolo así el tonto, y cuando saco la mano dejó de ser tonto y se convirtió en el más célebre predicador del “figo benedito” de su paisana alpujarreña.

  De pronto las bendiciones y los milagros se sucedieron por La Alpujarra granadina, contando las crónicas que: “todos los homnes, e mulleres, de los derredores, allegábanse a casa la Bernarda, a tocar su coño benedito, y por doquiera la abundançia manaba: las mulleres daban fillos sietemesinos fuertes como cabritillos, las guarras parían cochinillos a porrillo, las cosechas se multiplicaban y hasta las gallinas empollaban ovos de sete yemas…”

Murió la Bernarda y de pronto en Las Alpujarras ocurrieron toda clase de desgracias: terremotos, abortos en el ganado y las mujeres, cosechas baldías, todo parecía perderse y la vida se malograba...
La Alpujarra (Granadina)

  Sin embargo – sigue contando la leyenda - que un buen día que: “Una muller del pueblo, ploraba lagrimas de seus ollos al sepolcro della, vióse sorprendida por unas luminarias que ascendían del sepolcro”, asustada y enloquecida corrió a presencia del señor cura párroco, que ordenó desenterraran el “corpo morto de la Bernarda”, hallando todos los presentes, con el Notario de Artefa al frente, que la Bernarda polvo era, salvo su “figo incorrupto, rojo y húmedo qual breva”.

  El párroco ordenó el traslado del despojo santo a la parroquia, donde enseguida lo colocaron en un relicario, llamadolo desde entonces el “Coño de la Bernarda” y que no hubo nadie que al contacto del relicario no recuperara la abundancia en cualquier empresa que emprendiera.

  Posteriormente la reliquia fue prohibida por la Iglesia, y según parece emparedada en la mencionada ermita, aunque de todo ello dejo un escrito el Licenciado Higinio Torregrosa, Cura Propio de la Ecclesia del Sancto Christo del Zapato. ”Relación de las cosas verdaderas que acotescieron en Las Alpuxarras en lo que se refiere á una piadosa muller llamada la Bernarda, y al coño della, que fizo grandes milagros para la gloria eterna de Dios nuestro Senyor y de la Sancta Madre Ecclesia”


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“Irse por los cerros de Úbeda”

Según parece, la famosa expresión “irse por los cerros de Úbeda”, tiene un origen histórico bastante curioso, pues cuenta la leyenda que durante la expulsión de los almohades de esa ciudad andaluza en 1233, uno de los capitanes del rey Fernando III el santo, llamado Álvar Fañez el Mozo, desapareció justo antes de empezar la batalla, regresando cuando ya estaba conquistada la ciudad y ya no corría peligro alguno.

 Al preguntarle el Rey por su paradero, el capitán dijo haberse perdido por los cerros de Úbeda.  La frase causó burlas entre los cortesanos, ya que los cerros de Úbeda no tienen altitud ni entidad suficiente como para que nadie se extravíe o no encuentre el camino de la batalla.
 Y es que según sigue contando la leyenda, el Mozo Álvar Fáñez estaba enamorado de una mora de la zona y faltó al ataque por estar citado a la misma hora con su enamorada, por lo que no le quedó otro remedio que utilizar esa peregrina excusa cuando le pidieron explicaciones por su tardanza.
 Hoy en día, esta expresión se utiliza cuando alguien interviene hablando de tema diferente al tema del que se está debatiendo, o cuando se buscan excusas o se dan rodeos, para no abordar el tema objeto de la conversación.
 Pero bueno, aunque no tengáis amores allí, yo os recomiendo que cuando podáis os “perdáis” por los cerros de Úbeda, pues esta ciudad jienense esta declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco desde el año 2003, y es una de las más bellas de Andalucía.




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