viernes, 30 de noviembre de 2012

+666 666 661

Montañas de Fuego. Timanfaya
Lanzarote (Islas Canarias)

  ¡Que mañanita de teléfono!, me han llamado de dos bancos para ofrecerme sendos créditos hipotecarios a tan solo un 22% de interés, y cuando les he dicho que me parecía bien, se han echado a reír y me han colgado. Luego lo han hecho dos operadoras de telefonía móvil ofreciéndome conexión a Internet a 100 MG de velocidad, pero como antes de instalármelo me han pedido que clavase el módem en la pared no fuese a salir corriendo, como se hacía con los viejos teléfonos negros de baquelita, lo he rechazado.
  Y cuando creía que la hora del mailing telefónico automatizado se había terminado, me sale en la pantalla del móvil este número +666 666 661, yo que tengo por norma atender todas las llamadas, descuelgo el auricular y al otro lado de la línea me llaman con mi nombre y dos apellidos y me dicen:
            - Buenos días señor Alcalde, le llamamos desde el Infierno, soy el demonio 661, Samael para más señas, y contacto con usted para ofrecernos a comprarle el alma, a cambio le daríamos la presidencia del consejo de administración de un banco malo, una senaduría vitalicia, un puesto de eurodiputado de por vida, o un piso en alquiler de renta baja.
   A mí como me encanta enrollarme y dar palique a estos profesionales de la venta telefónica, sobre todo si no tengo nada mejor que hacer, le digo:
            - Amigo Samael no es mala la oferta que me haces, pero yo pensaba que el Infierno ya no existía...
            - No señor Alcalde, los que han desaparecido son el Purgatorio y el Limbo, el primero porque con la nueva normativa solo se podía estar en él setenta y dos horas, y para ese poco tiempo no merecía la pena tener abierto un establecimiento de esas características, y el segundo porque olía mucho a meados, pues ya sabe que era donde iban a parar los niños recién nacidos y los ateos, que suelen morir muy viejos. - Pero no, señor Alcalde - el Infierno sigue todavía muy activo, cada vez más, somos 666 diablos y no paramos y con esto de la crisis esto está a tope. ¿Bueno que le parece, me vende el alma...?
            - Bueno de acuerdo Samael, te vendo el alma, pero a cambio quiero la vida eterna y una senaduría vitalicia...
  Y su satánica majestad va y me cuelga. Ya no se puede uno fiar ni del diablo. Pues que sepa que he guardado el número en mis contactos y la próxima vez que llame, ni le atiendo.