lunes, 23 de enero de 2012

Malasombra

Codorniz (Segovia-España)

   Si hubiese que escoger una raza de perro que identificase a los españoles, este sin lugar a dudas sería el galgo. Ya Cervantes se fijo en él, siendo el segundo animal que mienta nada más empezar el texto del Ingenioso Hidalgo al lado del rocín flaco. Es el galgo o lebrel un chito, como diría Delibes o mi amigo Amancio el pastor, duro, sufrido y enteco. La expresión de su cara recuerda más a la de un reptil que a un perro, aunque los que le disfrutan como animal de compañía dicen de él, que es un animal dulce y cariñoso.
   Por siglos estos esforzados canidos proveyeron de comida a nobles y plebeyos, solo que los de los señores cazaban para entretener y los del vulgo para ver si comían, cosa que no siempre ocurría. La galga de la foto podría llamarse soya, pues es pura fibra, y esta claro que mientras otros comen ella mira. Pero si la sirve de consuelo, que se fije en su mala sombra, que todavía pasa más hambre.

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