lunes, 18 de julio de 2016

Los mundos de Lolita

Lolita por Íñigo
  Todos hemos tenido un abuelo o abuela sabios, de los que recordamos enseñanzas y sentencias que se nos han quedado guardadas en ese cajón sensorial que llamamos memoria.
  Yo de mi abuelo paterno (al materno no le llegué a conocer, aunque me pusieron su nombre) recuerdo muchas cosas y hasta heredé muchas de sus aficiones, algunas buenas y otras no tanto: como mi adicción al tabaco, a la naturaleza y la de leer la prensa todos los días, que no sé todavía si eso puede ser bueno o malo.
  Aquel hombre al que respetaba y quería, que siempre me pareció más mayor de lo que en realidad era, fue un adelantado a su tiempo, pues cuando en la Segunda Guerra Mundial los nazis lanzaban las V1 y V2 sobre Inglaterra, ya predijo que con artefactos parecidos a aquellos llegaría el hombre a la Luna, aunque él pensaba que no llegaría a verlo, pero lo vio - mejor - lo vimos los dos juntos, pues todavía recuerdo aquella noche de julio de 1969 que nos pasamos frente al televisor, y como se llegó a emocionar, hasta saltársele las lagrimas.
  Otra vez me dijo - pasábamos muchos ratos juntos - que esperaba que yo no llegase nunca a conocer ninguna guerra, pero que si ocurriese, la próxima conflagración mundial sería de Oriente contra Occidente, y me temo que va a volver a acertar con sus predicciones.

  Leía todas las tardes después de salir de trabajar, el ya desaparecido periódico Pueblo y le encantaba la insinuante viñeta de Lolita, que todos los días publicaba el dibujante Íñigo (Ignacio Hernández Súñer 1924-2015), y ya entonces me dijo: hijo, cuando seas mayor, las chicas irán en bragas por la calle... y mi abuela añadía: y que pena que tu no lo vayas a ver... Y es cierto no lo vio, pero yo si, y me temo que voy a ver todo lo demás que me adelantó... y es que mi abuelo y Lolita eran adivinos, para lo bueno y para lo malo.