martes, 6 de enero de 2015

ÉBOLA / ET VOILÀ

 
La dama de las manos rotas
Huerta Guadián de Palencia (Spain)
  Me comentaba mi jardinero esta mañana, o me lo hubiese comentado, si lo tuviese (no tengo una mala brizna de hierba donde derrochar el Plan Hidrológico Nacional), que el verano es na época propicia para la aparición de todo tipo de plagas, pestes y miserias ya sean humanas o bíblicas. Con el calor se reproducen y multiplican toda clase de parásitos, gorgojos, pulgones, mosquitos, moscas (blancas o cojoneras), etc.
  Cuando en esta parte del hemisferio norte, de este caos que prepotentemente llamamos mundo, todo dios se tiende con la barriga o las posaderas al sol, o como es mi caso, se permite el lujo de desayunar en el jardín (que no tiene) o conversar con su jardinero invisible. A una parte del otro medio, el de los pobres y negros, (y todos los años es lo mismo), les da por entrar en guerras, o morirse a millares de hambre, sed, ébola y otro tipo de calamidades.
Africa, todos los años nos “da el verano”: Etiopía, Eritrea, Somalia y este año Guinea, Sierra Leona y Nigeria. Con los calores de nuestros veranos se agostan vidas humanas por miles, en ese pozo de horrores sin fondo que es Africa. Morirse allí, es más fácil que quedarte sin trabajo aquí. Con la misma apatía con la que escuchamos las cifras del paro en Europa, leemos las de los miles de muertos en el ombligo de Africa. Y como telón de fondo, y como santo remedio para la tranquilidad de las conciencias, el requiebro verborreico de todo político internacional que se precie. La invocación a la palabra mágica, el abracadabra del saco de las resoluciones, el eterno y gratuito recurso a la "solidaridad universal". El pan para hoy y hambre para mañana. ¿Y mañana?. Pues mañana, vuelta a empezar: festivales y conciertos benéficos, con tonadilleros de moda, echarse agua fría por la testuz y otras memeces. Números de cuentas bancarias. Papas y popes, flexionando narices, en países condenados a la muerte y al hambre eterno. Y sobre todo: muchas declaraciones, muchas opiniones, mucho echar las manos a la cabeza, que sostienen unas caras circunspectas e incrédulas. ¡Nadie sabia, nadie conocía!.
  Dentro de unos meses, cuando a ustedes se les haya desvaído el bronceado y a mi se me haya despedido el jardinero. Nos dirán que la solidaridad internacional ha funcionado. Nuestra conciencia se volverá a instalar tranquila y sosegada entre el Fondo Monetario Internacional, la ONU y la Bolsa de Londres... et voilà.
[c] GONZALO ALCALDE CRESPO La Firma - La Ser 2014

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